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Consejo | El tercer piso del Museo de Roma (Palacio Braski) ofrece una vista única de la Plaza Navona. El museo casi nunca está abarrotado de turistas y se puede acceder sin necesidad de reservar entradas con antelación. |
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Dirección | Piazza Navona, Roma |
Piazza Navona es, sin lugar a dudas, una de las plazas más elegantes y luminosas de Roma. En la Antigüedad, este rincón urbano albergaba un estadio atlético donde los romanos asistían a los “agones” o juegos públicos.
En tiempos pasados, se conocía como “Circus Agonalis” o “arena de competencias”. Hoy en día, quienes llegan a la capital italiana pueden admirar sus majestuosas fuentes barrocas y antiguos templos medievales.
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ToggleMientras recorres el corazón histórico de Roma, Piazza Navona te espera con su refinada estética barroca y profundas raíces en la historia antigua.
Esta emblemática plaza, con sus fuentes, iglesias y obras maestras artísticas, encierra relatos fascinantes que abarcan siglos. Si te apasiona la arquitectura o la historia, memoriza algunos de estos datos sobre Piazza Navona y sorprende a tus acompañantes al pasear por Roma. Desde la huella del Estadio de Domiciano hasta la rivalidad entre arquitectos legendarios, Piazza Navona es un cofre de historias por descubrir.
Explora nuestra guía editorial sobre los lugares asociados a las obras maestras de Borromini en Roma.
Originalmente conocida como el Estadio de Domiciano (Stadio di Domiziano), Piazza Navona se remonta al siglo I d.C.
El emperador Tito Flavio Domiciano encargó este imponente estadio como un generoso obsequio para el pueblo de Roma. Su propósito principal era albergar competiciones atléticas y espectáculos públicos.
Conocido en un inicio como “Campus Agonis”, o “campo de juegos”, su nombre evolucionó con los siglos: durante la Edad Media se transformó en “n’agone” y finalmente derivó en el actual “Navona”.
El estadio antiguo medía aproximadamente 275 metros de largo por 106 de ancho y tenía capacidad para unos 15.000 espectadores. Sus arcadas circundantes acogían a mercaderes, locales de ocio y espacios sociales. Una anécdota curiosa: uno de los edificios aledaños, que originalmente funcionó como burdel, fue más tarde convertido en iglesia, ejemplo vívido de la singular capacidad de Roma para reinventarse a través de los siglos.
Construida sobre las ruinas del estadio de Domiciano en el siglo XII, la iglesia de Santa Maria del Sacro Cuore desempeñó un papel relevante en la vida religiosa de Roma. Entre los siglos XIII y XVII, fue la iglesia nacional de la comunidad española en la ciudad.
En el siglo XIX, bajo el pontificado de León XIII, se realizaron importantes reformas que reorientaron su entrada principal hacia Piazza Navona. El interior, decorado en su mayoría por el célebre artista renacentista Francisco de Castello, destaca por sus frescos y obras pictóricas de gran delicadeza.
El periodo barroco transformó profundamente Piazza Navona, consolidándola como uno de los espacios públicos más deslumbrantes de Roma.
A finales del siglo XV, influyentes familias romanas, especialmente los Pamphilj, desempeñaron un papel clave en su desarrollo cultural y arquitectónico.
En el siglo XVII, el cardenal Giovanni Battista Pamphilj, futuro papa Inocencio X, encargó la construcción del majestuoso Palazzo Pamphilj en el extremo sur de la plaza.
Esta residencia palaciega cuenta con 23 salas y una elegante galería decorada con frescos pintados por Pietro da Cortona en 1651. Más tarde, en 1672, se integró al conjunto la imponente iglesia de Santa Inés en Agonía, donde reposan los restos del papa Inocencio X.
En la actualidad, el histórico Palazzo Pamphilj es sede de la Embajada de Brasil.
Santa Inés, o Santa Agnese, cuyo nombre da identidad a la célebre iglesia barroca de la plaza, fue una mártir cristiana de gran influencia, vivió entre finales del siglo III y comienzos del IV.
Reconocida por su inquebrantable fe cristiana, Inés se negó a rendir culto a la diosa romana Minerva, lo que la condenó a una humillación pública y al encierro en un burdel.
Según la tradición, salió ilesa por intervención divina. El hijo del magistrado que intentó ultrajarla quedó ciego y solo recuperó la vista tras las plegarias de Inés. A pesar de estos milagros, fue ejecutada hacia el año 305 d.C. Sus restos fueron enterrados en las catacumbas de la Vía Nomentana, donde más tarde se erigió una basílica en su honor.
La iglesia de Santa Inés en Agonía se alza como lugar de culto y obra cumbre del barroco, cargada de dramatismo arquitectónico.
Encargada en la década de 1650 por el papa Inocencio X, fue diseñada por los arquitectos Girolamo Rainaldi, Carlo Rainaldi y posteriormente Francesco Borromini. Se construyó justo en el lugar donde, según la tradición, Santa Inés sufrió el martirio.
Su edificación formaba parte del ambicioso proyecto de los Pamphilj de dominar Piazza Navona mediante un conjunto monumental de palacio e iglesia. Su fachada barroca, de forma cóncava y flanqueada por dos campanarios, mira de frente a la Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini. De esta disposición surgió una célebre —aunque probablemente apócrifa— leyenda: la mano extendida del Río de la Plata en la fuente parece “protegerse” del diseño de la iglesia, en alusión al enconado duelo artístico entre Bernini y Borromini.
En su interior, la iglesia conserva un ambiente solemne y majestuoso, con una cúpula decorada por un fresco de Ciro Ferri, mármoles elegantes y una cripta que señala, según la tradición, el lugar exacto del martirio de la santa. La iglesia forma parte esencial de la identidad narrativa de la plaza, fusionando historia sagrada y teatralidad barroca.
Puedes leer más sobre Santa Inés en Agonía.
En la actualidad, Piazza Navona sigue siendo una de las plazas más emblemáticas de Roma, donde la arquitectura histórica convive con la vitalidad contemporánea.
Permanece como epicentro de eventos culturales, animada vida callejera, espectáculos artísticos y mercadillos festivos, enlazando con fluidez su glorioso pasado con la energía del presente.
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Piazza Navona es célebre no solo por su singular forma alargada —eco del antiguo Estadio de Domiciano—, sino también por su conjunto de tres exquisitas fuentes barrocas, cada una con un profundo significado artístico y una narrativa histórica propia.
Diseñadas y enriquecidas por arquitectos y escultores de renombre como Gian Lorenzo Bernini, Francesco Borromini y Giacomo della Porta, estas fuentes se erigen como obras maestras que celebran la genialidad artística, la ingeniería hidráulica y el simbolismo del agua como elemento vital del urbanismo romano.
Presidiendo el corazón de Piazza Navona se alza la magnífica Fuente de los Cuatro Ríos (Fontana dei Quattro Fiumi), esculpida entre 1648 y 1651 por el insigne escultor y arquitecto barroco Gian Lorenzo Bernini.
Este monumento espectacular se alimenta del antiguo acueducto romano Acqua Vergine, una maravilla de la ingeniería que da testimonio de la continuidad del legado hidráulico de la ciudad.
La fuente exalta el poder y la proyección universal de la Iglesia católica bajo el pontificado de Inocencio X, representando cuatro grandes ríos de los continentes conocidos por los europeos en aquella época:
La energía dinámica de las figuras, esculpidas en mármol travertino, demuestra la extraordinaria capacidad de Bernini para infundir movimiento y emoción a la piedra. El obelisco egipcio que corona la fuente refuerza el vínculo entre Roma y la antigüedad, evocando tanto el triunfo como la permanencia eterna.
Una de las narrativas más célebres de la historia del arte romano gira en torno a la rivalidad entre Gian Lorenzo Bernini y su contemporáneo Francesco Borromini. Borromini fue el autor de la iglesia contigua, Santa Inés en Agonía, cuya elegante fachada barroca mira de frente a la monumental fuente de Bernini. Aunque en sus inicios colaboraron, su relación derivó en una feroz competencia, que se hizo evidente en obras encargadas por mecenas rivales.
Una leyenda popular —aunque históricamente imprecisa— sostiene que Bernini esculpió la figura del Río de la Plata con expresión de espanto y la mano alzada como burla hacia la fachada de Borromini. No obstante, dicha iglesia aún no estaba finalizada cuando se inauguró la fuente.
Para una exploración más profunda, consulta esta guía detallada sobre las obras maestras de Borromini en Roma.
El Obelisco Pamphilius, originalmente erigido por orden del emperador Domiciano en el siglo I d.C., se alza hoy sobre la Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini, en el centro de Piazza Navona.
Tallado en granito rojo egipcio, el monumento mide más de 16,5 metros de altura (30 metros con su base) y supera las 100 toneladas de peso. Redescubierto entre ruinas y trasladado en el siglo XVII por orden del papa Inocencio X, el obelisco se convirtió en centro artístico y proeza de ingeniería.
El diseño de Bernini —considerado arriesgado en su tiempo— suscitó críticas, a las que respondió añadiendo simbólicas cuerdas esculpidas como gesto satírico hacia sus detractores.
La inscripción en latín reinterpreta este antiguo símbolo pagano como triunfo cristiano, en sintonía con la visión política y espiritual del pontífice.
Descubre más sobre el Obelisco Pamphilius y su fascinante historia.
En el extremo sur de Piazza Navona se encuentra la refinada Fuente del Moro (Fontana del Moro), concebida originalmente por Giacomo della Porta entre 1575 y 1576.
En su forma primigenia, la fuente presentaba delfines y tritones, pero carecía de la figura central que llegaría casi un siglo después, cuando Bernini, en 1653, la enriqueció con la escultura que da nombre a la fuente: “Il Moro”.
La figura central, esculpida por el propio Bernini, representa con fuerza dramática a un moro musculoso luchando contra un delfín en el interior de una concha marina. Alrededor, cuatro tritones escupen agua, generando un diálogo teatral entre arquitectura y naturaleza. La energía expresiva del moro encarna a la perfección la estética barroca, centrada en la emoción y el relato escultórico.
En 1874, durante una cuidadosa restauración para conservar estas joyas escultóricas, las estatuas originales de la Fuente del Moro fueron trasladadas a la prestigiosa Galleria Borghese y reemplazadas en la plaza por réplicas fieles, preservando así la integridad de las obras originales.
En el extremo norte de Piazza Navona se sitúa la Fuente de Neptuno (Fontana del Nettuno), diseñada en 1574 por el renombrado arquitecto renacentista Giacomo della Porta.
Originalmente, la fuente tenía un diseño sobrio y carente de ornamentos escultóricos, muy distinto a su aspecto actual.
Fue durante las restauraciones de 1878 cuando los escultores Antonio della Bitta y Gregorio Zappalà le dieron su carácter definitivo. En el centro, Neptuno, tallado con vigor en mármol, blande su tridente en combate con un pulpo, simbolizando el dominio sobre los mares. A su alrededor, criaturas marinas, nereidas y amorcillos completan una escena rebosante de movimiento. La composición dinámica de la fuente refleja la eterna fluidez del agua, cautivando tanto a los amantes del arte como a los estudiosos del barroco romano.
El Palacio Braschi (Palazzo Braschi) fue construido en Roma en el año 1792.
Cosimo Morelli elaboró el diseño arquitectónico y dirigió los trabajos de construcción. Sin embargo, la invasión napoleónica interrumpió las labores decorativas hasta 1811. Como consecuencia, la familia Braschi perdió el derecho a poseer el palacio, y el gobierno no pudo hacer uso de un edificio tan lujoso y suntuoso.
Desde 1949, el Palacio Braschi fue utilizado como refugio para 300 familias italianas, y en 1952 se le otorgó oficialmente el estatus de Museo de Roma.
El museo abre de 9:00 a 19:00 horas, y la entrada cuesta 9 euros.
Sitio web oficial: www.museodiroma.it
Numerosos hoteles de lujo se ubican en las inmediaciones de Piazza Navona.
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Autor: Kate Zusmann
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