
928289 viajeros leen
Situada en el extremo norte de la Piazza Navona de Roma, la Fuente de Neptuno (Fontana del Nettuno) se alza como testimonio del rico entramado artístico, histórico y urbano de la ciudad. Más allá de su atractivo estético, esta fuente encierra siglos de ingenio romano, desde los empeños arquitectónicos del Renacimiento hasta los ornamentos escultóricos del siglo XIX.
Tanto para historiadores como para amantes del arte y viajeros curiosos, ofrece una mirada fascinante al legado imperecedero de Roma.
Contents
ToggleEl origen de la Fuente de Neptuno se remonta a 1574, cuando Giacomo della Porta, renombrado arquitecto del Renacimiento tardío, diseñó su pila bajo el mecenazgo del papa Gregorio XIII. Esta iniciativa siguió a la restauración del acueducto Aqua Virgo, con el propósito de revitalizar el suministro hídrico y los espacios públicos de Roma.
En sus inicios, la fuente presentaba un diseño sobrio, sin esculturas, y cumplía una función principalmente utilitaria como punto de agua para el barrio del Campo Marzio.
Durante más de tres siglos permaneció sin ornamentos, en marcado contraste con las otras fuentes decorativas de la piazza. No obstante, la unificación de Italia y la proclamación de Roma como capital en 1870 reavivaron el interés por embellecer los monumentos públicos. En 1873 se convocó un concurso para realzar el aspecto visual de la fuente, que culminó en 1878 con la incorporación de elaboradas esculturas.
Las figuras escultóricas del siglo XIX, obra de Antonio della Bitta y Gregorio Zappalà, componen una narrativa visual fascinante, que evoca temas mitológicos clásicos mediante composiciones dinámicas y un detallismo expresivo.
La imponente escultura de Neptuno, realizada por Antonio della Bitta, alcanza unos 4 metros de altura y retrata al dios del mar en feroz lucha con un gigantesco pulpo.
Inspirado en modelos barrocos como las composiciones dramáticas de Bernini, el cuerpo musculoso de Neptuno se retuerce con vigor mientras empuña su tridente de metal. El pulpo detalladamente esculpido simboliza el caos sometido por la autoridad divina, subrayando el papel dominante de Neptuno en la mitología clásica y en la tradición artística.
Esta escultura de mármol, de carácter juguetón, muestra a un querubín sentado plácidamente sobre una bestia marina híbrida—mitad león, mitad pez.
La expresión fiera de la criatura y su postura dinámica contrastan encantadoramente con la serenidad del querubín, simbolizando la coexistencia armónica de la humanidad con las fuerzas enigmáticas de la naturaleza. Esta combinación lúdica ilustra la capacidad de los escultores para fundir el simbolismo mitológico con una narrativa imaginativa.
La elegante Nereida de Gregorio Zappalà sujeta con delicadeza a un cisne, utilizando la espiral de su cola de pez como lazo.
Esta composición singular funde la belleza mitológica con un simbolismo de dominio sereno, destacando la destreza del escultor en la representación de texturas diversas—desde la piel tersa de la Nereida hasta el plumaje delicado del cisne. Sugiere, con sutileza, la relación entre la belleza y los elementos indómitos de la naturaleza.
En marcado contraste, otra Nereida se enfrenta con determinación a un fiero dragón marino.
Su expresión serena pero resuelta en medio del combate simboliza la capacidad humana de dominar incluso los aspectos más indomables de la naturaleza. La forma serpenteante de la criatura acentúa la fuerza contenida de la Nereida, ilustrando con maestría artística la tensión y el movimiento.
Esta escultura dinámica muestra a un joven querubín que controla con firmeza a un poderoso caballo marino en plena agitación.
El dramatismo expresivo del caballo, encabritado con fosas nasales abiertas y crin al viento, contrasta vívidamente con la serenidad del querubín. Simbólicamente, transmite el dominio humano sobre la fuerza impredecible de la naturaleza, encapsulando un tema central de la escultura clásica y barroca.
El Tritón de Zappalà sopla con vigor dos caracolas, proyectando el agua con fuerza hacia la pila.
La figura combina precisión anatómica con simbolismo mitológico, resaltando la doble naturaleza del Tritón—mitad hombre, mitad ser marino. Su pose dramática y musculatura poderosa evocan la energía barroca, subrayando su papel como heraldo del océano. Esta figura une el simbolismo mitológico con la refinada técnica escultórica académica.
La Fuente de Neptuno trasciende su función decorativa: representa la evolución identitaria y las aspiraciones artísticas de Roma.
Su transformación, de fuente funcional a obra maestra escultórica, refleja el cambio de la ciudad hacia una celebración consciente de su herencia histórica y cultural. La culminación de la fuente en el último tercio del siglo XIX también expresa el espíritu de unidad nacional y orgullo, en sintonía con el papel de Roma como capital de la Italia unificada.
Asimismo, la fuente complementa a las otras dos grandes obras de la Piazza Navona—la Fuente de los Cuatro Ríos y la Fuente del Moro—creando un relato artístico cohesivo que abarca distintos estilos y épocas. Juntas, convierten la plaza en un museo al aire libre que exhibe el esplendor artístico de Roma.
Hoy en día, la Fuente de Neptuno sigue siendo un punto central para quienes recorren la Piazza Navona. Sus esculturas intrincadas y su relevancia histórica ofrecen una experiencia rica y diversa tanto para turistas como para estudiosos y amantes del arte. Ya sea por sus detalles artísticos o por su lugar en el desarrollo urbano de Roma, la fuente permanece como un símbolo cautivador del magnetismo eterno de la ciudad.
Autor: Artur Jakucewicz
Este sitio web utiliza cookies. Para más información, lea la política de cookies
ConoceRoma.com © 2025. Creado con amor por expertos y guías romanos.